Di storie d’amore e poesie

Bisognerebbe riporre fiducia negli incontri casuali. Due persone si incontrano quando entrambe hanno un estremo bisogno di incontrarsi.

Paulo Coelho

 

Sigo así.
Alborotada por una tempestad de emociones,
aunque hayan pasado semanas desde aquella noche.

Te advertí. Lo hice por los dos.
Te dije que no te pusieras romántico,
pero no me hiciste caso.
“No pude evitarlo. Me gustaste tanto…”

Tus palabras se las llevó el viento.
Ese viento que soplaba tan fuerte desde que llegué a tu isla.
El mismo viento que desbarajustaba mi pelo
igual que mis sentimientos,
mientras dejaba que la arena me cosquillara los pies
en los largos paseos a orillas del mar.

Nunca me sentí tanto deseada y querida a la vez
hasta aquella noche contigo.
Ya no importaba edad, idioma, color de piel,
ni nuestras vidas tan diferentes o quizás similares.

Éramos sólo tú y yo,
dos cuerpos que se anhelaban y necesitaban lo mismo.
Tú y yo,
y la ciudad de noche
con sus hoteles y restaurantes que brillaban en la oscuridad sin luna.
Y no muy lejos las olas,
mudos testigos en el océano infinito que se extendía frente nosotros
desde aquel mirador donde me llevaste.
Porque yo te pedí que pudiera ver una vez más el mar,
mi único deseo en esa última noche en tierra canaria.

En unas horas te mostré lo más vulnerable de mí.
Dejé que me lo robaras, sin querer, y que lo hicieras tuyo.
Cada prenda que me quitabas
descubrías mis secretos más íntimos:
un lunar, una cicatriz,
un capricho, un suspiro.
Hasta que con cada palabra, cada caricia
me desnudaste de mis imperfecciones y de todos mis miedos.

Así que no te asombres si todavía pienso en ti,
si paseo con una sonrisa a todo momento,
si mis pensamientos persiguen tu cuerpo, tu voz, tu olor
y si sueño con tenerte a mi lado.

Pues para mí no hay manera de olvidar aquella noche,
la noche que te enseñé mi alma.